La entrada francamente tenebrosa, el partner se estaba rajando, las puertas de cristal pintadas de negro y el indispensable neón que garantiza el ambiente congalero; el guardia hispano que te revisa de pies a cabeza en la búsqueda de cualquier punta que pudiera ser protagonista de una muerte anunciada al calor de la pedita.
El Turitzio Bar, ubicado en Bellfort Ave casi esquina con la 59 en Sugarland, Houston, remanso de paisanos que el fin de semana abre sus puertas para dar cabida a la briaga, a la mujer, a la fantasía y a la música de la tierra, pasando por todos lados desde Centroamérica hasta el mero norte de México.
El ambiente, de raza, tal y como lo esperábamos, “un cachito de lo nuestro” parafraseando a María Victoria en un comercial de un supermercado de estos lares. Nos sentamos en una mesa cercana a la pista a modo de ambientarnos rápidamente, ubicamos las salidas de emergencia por aquello de que se armara una bronca y pedimos nuestra corona y dos equis de rigor.
La entrada es gratuita y la cheve marca dos dólares pagaderos en caliente, ahora, que si se la pides a la muñeca, el precio incrementa e incluye una propina de 50 centavos para ella, good deal.
El lugar está lleno de paisanos, raza de bronce, dispuestos a pasar un buen rato bebiendo, bailando y platicando con cualquier muchacha que se acerque, aquí todos somos galanes, nadie te habla en inglés, ni te mira feo, solo hay que pagar las cheves y mover el bote sin promesas ni engaños, encuentras gente de Honduras, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Venezuela y por supuesto Mexicanos.
Para esta alturas del partido ya la raza pasó a dejar el chivo en las casas de transferencia como el Western Union, pa´que coman los güercos... donde al final por lo menos te joden tres veces:
1) Haciendo el trabajo que nadie quiere con un salario de indocumentado
2) Si quieres transferir $100.00 USD te cobran hasta $15.00 USD por el servicio
3) Tu familia en México no cobra los dólares, cobra el equivalente en pesos mexicanos a una taza por debajo de la publicada.
Volviendo al antro, a nosotros nos atendió Sonia, tremenda muchacha de trasero hondureño, (que no es lo mismo que hondureño trasero) clásico de las tierras calientes donde las mulatas son reinas y señoras. Música de toña, cumbias, salsas, corridos, sones y uno que otro rockcito; hasta el Quijano se apareció invitando al meneo y al pasito del pachuco; con éste descubrimos al paisano de 1.65 bailando con tremenda Lola de roja minifalda que alcanzaba el 1.85, “un cabrón sin complejos” comentó sabiamente el partner, quien para entonces estaba haciendo bizcos al detectar a jovencita de 19, chiquita de tamaño, fresca en aroma, “ratón tierno pa’ gato viejo” musitaba.... soñando..... anhelando.
Así es aquí, vienes a pasar un buen rato, diferente, lejos de la mirada y actitud discriminatoria del Big Brother, donde las gallinitas de patio no se comparan con las morenas y güeritas por muy buenas que se miren, donde el establecer un rollo en tu idioma es lo importante, donde el recordar lugares, sonidos, comida y olores a golpe de verbo es lo que cuenta.
Si quieres puedes echarte una partidita de billar por tres Quarters, para cuando juega el TRI hay tremendas pantallas no muy chingonas, pero eso es lo de menos, lo importante es gritar como en el corona, sin complejos, sin tapujos, en plena comunión cultural.
...Nació de una tormenta en el sol de una noche del penúltimo mes
fue de planeta en planeta, buscando agua potable,
quizás buscando la vida o buscando la muerte eso nunca se sabe,
quizás buscando siluetas o algo semejante que fuera adorable,
o por lo menos querible, besable, amable ...
(Silvio)