domingo, 5 de junio de 2011
Sevilla
"Estoy en el Sevilla Palace sobre Reforma, piso 20, habitación 2023, elevadores entrando a la derecha"
Así, a quemarropa y sin silenciador me rafageaste cual simple narco en un mensaje que me distrajo prácticamente durante toda la reunión, salí un momento solo para contestarte ignorando el sentido del texto y escribiendo algo así como que "Donde estabas?, si andabas por acá? y que plan tenías?"
Tu respuesta resultó un monosílabo implacable "Ven"
Lamentando traer la moto en una tarde que amenaza lluvia, tomé el periférico encontrándome a los diez minutos a un Tsuru cuya conductora decidió súbitamente cambiar de carril; logré esquivar el golpe invadiendo mi izquierda mientras un escalofrío recorrió mi espalda al descubrir en el retrovisor una Suburban que afortunadamente logró frenar ante la intrusión.
La reflexión del tiempo y el espacio se volvió presente al imaginar a esa Suburban dos metros mas adelante en ese preciso segundo, golpeando sin remedio mi costado, mi consecuente pérdida de control y la Honda rebotando con el Tsuru y autos cercanos. La caída enmedio de la locura de un segundo piso atestado y asfalto mojado, dejando señales que especialistas habrían de interpretar y decidir quien tuvo la culpa de que un desgraciado estuviera en la Cruz Roja en esos momentos.
Después del susto busco la próxima salida y bajo a Insurgentes, me dirijo al norte tratando de concentrarme en el camino y en los autos mientras la palabra "ven" retumba en mis oidos a pesar del aguacero. ¿Porque la intrusión?, tres años de silencio y de repente un mensaje frontal.
Llego a Reforma y me estaciono en el Fiesta Americana, decido matar el tiempo hasta las nueve, me quito el impermeable mientras el portero reprueba el rastro de agua que voy dejando cuando me encamino al bar; estoy nervioso, busco calmarme y enciendo un cigarro que raspa mi garganta después de un mes de abstinencia, pido un Jack Daniels, una mujer en sus 50s se revienta un blues que ensombrece mi espíritu al recordar esa misma rola cantada por la Pecannins en aquella fiesta que terminó con declaraciones ante el MP de Gómez Palacio Durango.
Estoy a unos pasos del Sevilla y aunque me digo que no tengo otra cosa que hacer, le llamo a Raúl para cancelar el dominó de los jueves; cuando inicia un reclamo lo atajo con un "¿desde cuando tengo que darte explicaciones?", le quedó claro, entre cuates las explicaciones y las disculpas sobran, si alguien tiene una necesidad, pues la realiza sin mayores aspavientos y ya.
Mientras saboreo mi segundo trago sopeso el mensajear un simple no, o de plano ignorar ese "Ven" que me ha seguido toda la tarde.
Entre Jack y el humo en mis pulmones comenzaba a serenarme, el frío de la tarde estaba pasando, la mujer que cantaba era verdaderamente hermosa en su madurez, la visualicé como uno de los personajes que retrata Stephen Vizincsey en aquella novela donde el joven protagonista resulta tener el aplomo y la suerte suficientes para enfrentar a mujeres maduras con sueños por vivir.
Son las nueve, ¿Porque un mensaje después de tres años de silencio?, decido la no respuesta que al final deja un resquicio abierto y pido otro whisky.
La música se ha ido, me retiro y atravieso Reforma cuando el semáforo está a punto de cambiar por lo que apuro el paso, al pie del Sevilla compro otros cigarros, entro y saludo al portero caminando rumbo a mi derecha, veo los elevadores, hago la llamada, estoy sudando, escucho un timbre mientras una puerta se abre, entro y oprimo el botón con el número 20 grabado, estoy mareado, volteo hacia arriba y en el elevador con techo transparente descubro un mundo de puntos de fuga en esa arquitectura, me gusta, 16, 17, 18, me llama la atención un reflejo en el elevador, soy yo... Sonriendo.