Hay una oferta para cada demanda
Florence Scovel
La guía nos explica que tengamos cuidado con
lo que compramos, hay imitaciones separadas por clases, es decir, algunas muy buena
calidad, cercana al original y otras muy pobres; nos dice también que en el
Silk Marquet, como casi en todo China, el regateo es parte del protocolo de
compra venta.
Se trata de un edificio de 6 pisos donde
encuentras de todo, como en nuestro Tepito mexicano, Los pisos repletos de las
mercancías mas variadas para todos los gustos, un ejercito de vendedores te espera,
comienzan hablándote en inglés pero no tardan en darse cuenta que eres latino,
es entonces que la palabra “amigo” nos acompaña toda la tarde buscando llamar
nuestra atención.
Apenas entras cuando se te acerca una chica
en sus 20s, le sonríes, error, te toma del brazo y te quiere arrastrar hasta su
local para mostrarte su mercancía, te resistes, le dices en español y en inglés
“no, gracias” pero ella insiste, aquello se vuelve un forcejeo donde tratas de
mantenerte firme sin lastimarla en el jaloneo, hasta que uno de tus amigos
prácticamente te rescata de sus garras, cuando al fin te sueltas, sales a paso
veloz en otra dirección, te fijas de que pasillo se trata para no volver a
pasar por ahí.
Te acompañan dos camaradas, Alejandro y Abel, te parece una buena idea hacer juntos el
recorrido en un sitio que se rige con sus propias reglas. Coincidimos en que
necesitamos una maleta pequeña para nuestro viaje de regreso, además ahí
podremos guardar lo que compremos.
Preguntamos por algunos modelos, Abel suelta
su primer ¿how much? de la tarde, un chico y un par de muchachas nos atienden,
con unas cuantas palabras en inglés por parte de ambas partes es suficiente, el
regateo lo hacemos mediante una calculadora, ellos teclean, nosotros tecleamos,
vienen los reclamos por parte de los vendedores en un idioma que se habla
fuerte y donde por el lenguaje corporal mas que por lo que escuchas entiendes
su posición, “codo, codo” te espetan, tu solo sonríes y amagas con salir de la
tienda, te jalan, regresas, teclean, tecleas, compras.
De 950 Yuanes queda en 250 cada maleta, buen
trato para todos, lo entiendes en la amplia sonrisa que una de las chicas te
dedica cuando sacas la plata.
Definimos a nuestro negociador, consumado maestro
del regate con capacidad de leer cuando se debe seguir forzando y cuando parar.
Antes de entrar, nos ponemos de acuerdo si a alguien le interesa algo de esa
tienda, ofrecer comprar doble o triple es una estrategia poderosa.
El primer golpe es contundente, ofrecer el
10% del precio que nos ofrecen, invariablemente el vendedor se altera y se da
cuenta que tiene frente a si a un posible cliente, pero del tipo desalmado que
le exigirá poner en práctica sus mas avezadas dotes para vender sin perder.
Los vendedores son insistentes, agresivos,
los pasillos se llenan de gritos, muchos gesticulan por llamar tu atención, cada
local tiene una raya amarilla pintada en el piso sobre la entrada, parece ser
una regla el que los vendedores no la sobrepasen, después te das cuenta que en
los pasillos hay instaladas cámaras que vigilan.
Pasamos la tarde, Uno de mis amigos se
enamora por cinco minutos de una chica con un nombre impronunciable que se hace
llamar Ice Cream, piel blanquísima, ojos y cabellos negros de acuerdo al
prototipo de la belleza de esas latitudes. Ahí la estrategia de compra se va a
la mierda, no pretendemos importunar el estado de la mujer, seguimos apostando
por no borrar la sonrisa que nos regala, todos compramos al primer precio, bah.
Como buenos consumistas, llevamos cosas que
no necesitamos, ya para salir entramos a un local atendido por tres preciosas
muchachas, una de ellas te toma de la solapa, retira tu bufanda, la alisa, te
la vuelve a poner mientras te acomoda de nueva cuenta el saco, “handsome” te
dice mientras toca tu pecho, siente el bulto de tu cartera, “mucho dinelo”
dice, sabes perfectamente que esa es su estrategia de venta, atraer a los
varones, coquetear y vender a toda costa, se te acerca peligrosamente, es una
niña, piensas, das dos pasos atrás mientras sus ojos rasgados te siguen, logras
romper el contacto visual y alcanzas a escuchar como tu líder negociador, vencedor
de mil batallas, el inconmovible ya no regatea, al contratrio, paga 100 Yuanes por
una prenda de 20 dejando además la mercancía, joder, los héroes también pueden
ser vencidos, sales de la tienda.
Te encuentras con Alejandro, te dice que
quiere ver los relojes, te pide lo acompañes, de acuerdo, aún nos quedan 20
minutos para tomar el autobús, nos dirigimos al 4º piso, entra en uno de los
locales, lo atiende un varón y dos chicas, tu lo esperas afuera observando
otros aparadores, en un momento escuchas fuertes gritos, te asomas y ves a tu
camarada en un rincón con los vendedores rodeándolo, no lo dejan salir, se
cruzan nuestras miradas y percibes un dejo de angustia en la suya, entras y
tocas el hombro del varón, lo percibes agresivo, tal pareciera que una vez que
entraste a su tienda le tuvieras que comprar a huevo. Alejandro trata de
avanzar a la salida pero una de las chicas lo toma del brazo, mi amigo jala con fuerza y golpea con el codo a la otra chica, su rostro se baña de
rojo mientras grita, el chino empuja a mi amigo, quien cae en un aparador, el
ruido de cristales rotos inunda el ambiente, cuando se dispone a golpearlo, lo
agarro por la espalda con todas mis fuerzas, el maldito chino se tira al piso y
se me escurre, siento un golpe en la cabeza, se me nubla la vista, gritos, desde
el suelo alcanzo a ver como nos tunden a patadas, alguien apaga la luz.