domingo, 27 de marzo de 2011

Brothers in arms

Para Daniel Guzmán


Tecleo, borro, tecleo, entré en el circulo vi_rtu_cio_so de la discusión autocensurada, las letras toman vida pero como todos los entes vivos que lo único seguro que tienen es la muerte, me encargo de ello, el whisky finalmente me ha llevado a ese sitio que acostumbraba visitar con mi amigo Daniel, ahí escribíamos poemas para María del Carmen, esa mujer que eran todas y todas eran ella, aquella que en la descripción de Nicola al pasear por el parque "todos los ojos le jalan el vestido". En esos tiempos la que se dignara a mirarnos se convertía potencialmente en nuestra María del Carmen, con la promesa de un romance con sexo incluido, aunque la verdad lo que nos importaba era el sexo, hasta éramos capaces de enamorarnos con tal de conseguirlo.


A los 20 años no nos importaba ser amados, supongo que era parte del pretexto para meternos unos tragos.


En ese sitio, ejercitábamos la pluma honrando a esas mujeres y después de desvestirlas en voz alta, necesariamente llegaba la respuesta siempre mordaz del amigo que se empeñaba en desenamorar al poeta y recuperarlo a las huestes de los lobos hambrientos y despiadados.


Hoy me encuentro ahí de nuevo, junto a esa iglesia, en esta ocasión estoy solo, sin embargo cierro los ojos y te escucho mientras oprimo el Backspace o la barra espaciadora, lo que me permite mandar al carajo mis argumentos, como antaño lo hacías tu.


Tecleo, bebo, borro, bebo, tecleo, las letras se mueven y me confundo en su captura, formo palabras que no reconozco, las destruyo y cuando encuentro la deseada olvido para que la quería, prendo un cigarro y lo apago casi inmediatamente al sentir esa salivación preludio del exabrupto estomacal que casi siempre se presenta al final de la fiesta, una vez mas desarrollo una idea que se pierde en el segundo párrafo. Borro pero decido dejar intacta una línea recordando aquella rola del mismo maestro Nicola donde la tesis era perdonar todo excepto aquello que no se quiere olvidar; cierro la máquina y prendo el estereo.


Pongo "Brothers in arms" interpretada por Mark Knopfler y cierro los ojos, es una rola chingona, apago la luz que se ha vuelto una molestia, me adormezco y el caballero andante resbala, baña el piso y como buen alcohólico lamento el desperdicio, la guitarra es excepcional, la batería la arropa suavemente, el verso sin aspavientos, inteligente, que el sol se vaya al infierno, todos los hombres habremos de morir.