Ancianos! con respeto me dirijo a ustedes en esta fría noche con el padre Titicaca y la luna de testigos. El Inca ha llegado a nuestras tierras, el Inca, expandiendo su Tahuantinsuyo seguramente nos someterá.
Lo sabemos, son guerreros implacables, por el poder, por el placer, por el tributo que los hombres del mundo habremos de pagar a otros hombres hasta el fin de los tiempos en este universo y en cualquier otro.
Ya vienen, se adueñarán de nuestras tierras, de nuestros animales y viviendas, insultarán a nuestros dioses, humillarán a nuestros guerreros, profanarán nuestros templos y cementerios, tomarán a nuestras mujeres y se encargarán de que no los olvidemos en mil y un años.
Nosotros, los hombres de sangre negra, si queremos mantenernos libres habremos de internarnos en el lago, al principio será difícil ancianos, pero del padre obtendremos lo que necesitamos. Cortaremos la totora todos los días para formar nuestro suelo, será también nuestra casa y nuestro sustento, la leña que calentará nuestras chozas y nuestros cuerpos en las frías noches, con ella formaremos hilos y cuerdas y nuestra ropa, nos distinguiremos entre todos los hombres por formar una tierra libre de la opresión del Inca, viviremos del fruto del lago todas las lunas que sea necesario, por la libertad.
Serémos conocidos entre los pueblos como los hombres del lago, construiremos islas flotantes, nos agruparemos en familias para ayudarnos los unos a los otros, tendremos un jefe por isla que ordenará las tareas a realizar sol con sol, luna con luna.
Construiremos cientos, ¡miles de islas!, tantas como sea necesario, nos acostumbraremos a que el suelo se hunda bajo nuestro peso, a la humedad y al frío. No pisaremos tierra firme en tanto existan hombres que se crean superiores a nosotros, los Uros, quienes hablamos un idioma que ningún otro hombre conoce porque así lo quieren los Dioses.
Ancianos! la sumisión es imposible, vayamos, naveguemos en nuestras balsas antes de que el enemigo llegue y nos humille, adentrémonos en el Titicaca, confiemos en la cuna de Manco Capac y Mama Ocllo, padres de estos guerreros que hoy regresan para someternos, con la brutalidad que los caracteriza; vamos ancianos, den la orden, queremos ser libres como el cóndor, el puma y la serpiente, por la libertad viviremos en el lago hasta el fin de los tiempos, de ser necesario.
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